jueves, 16 de junio de 2011

TEMA DE ACTUALIDAD

LA DELINCUENCIA EN LA REP. DOM.

Hay una práctica delictiva espantosa en la sociedad dominicana, existe una cultura del delito que convierte en señores prestantes a sujetos que se han dedicado a la delincuencia.
Existe una retórica que abona esos actos, que los justifica y dan viso de hasta necesidad en el contexto social en el que nos desenvolvemos.
La impunidad reinante no es casual, es parte de esa trama contra la nación y que da preferencia al delincuente en sus más variados estamentos sociales.
Las iniciativas para sanear la sociedad, para adecentarla, encuentran más resistencia que el delito y los malhechores que lo protagonizan.
Al menos, es el panorama que avizoran cientos de ciudadanos, arrinconados en sus hogares y lugares trabajo, en iglesias y clubes, comentando sobre los nuevos señores del delito que lo rodean sin que nadie los detenga.
No hay razones para el silencio ni para dejar que la delincuencia decida el destino de la nación dominicana. Es necesario una reacción que haga entender a la delincuencia que ya está bueno.
La gente seria en el Gobierno y en la oposición, los empresarios comprometidos con el futuro del país, los grupos sociales, los estudiantes, todos deben de unirse para luchar contra el descalabro moral de nuestra Republica Dominicana.
Los medios de comunicación y los periodistas también deben jugar su papel. La delincuencia nos abruma, y está en todos los lugares, trabaja día y noche para sus fines. Hay que luchar contra ella día y noche, esa debe ser parte de la misión patriótica de un buen dominicano.
La delincuencia va adquiriendo su propio lenguaje en las calles, y esos vocabularios se extienden al día a día en las cárceles.
En el mundo del microtráfico de drogas en los barrios, “vegetal” le dicen a la marihuana; “polvo” a la cocaína; “piedra” al crack, y “manteca” a la heroína.
Cuando se le echa el denominado “ácido del diablo” a alguien para desfigurar cuerpos, se dice “Lo derretí como una vela” o “Lo bauticé”.
“Ese lenguaje es propio de nuestra juventud de bajo nivel socio educativo y la cárcel es el reflejo de la vida barrial”, considera el magistrado Rafael Báez, juez de Ejecución de la Pena de la provincia Santo Domingo.
Entiende que la forma del lenguaje de los jóvenes privados de libertad es una expresión común en estos tiempos fruto de la degradación del tejido social, la falta de educación en valores y el deterioro progresivo de la célula familiar.

Descripción
Las frases y expresiones en el ambiente delincuencial se presentan principalmente en barrios del Distrito Nacional, la provincia Santo Domingo y Santiago. A las cadenas o prendas preciosas que arrebatan del cuello de sus víctimas les dicen “Baba” y “Blin blin”.
A los agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) les dicen “La gente”, “La cuatro’ letra” (La gente anda en la zona, dicen).
Pandillas

Las pandillas u organizaciones de delincuentes juveniles conocidas como “naciones” tienen también sus códigos de comunicación verbal y no verbal.
Sus saludos, vestuarios y expresiones corporales son muy distintivas entre los jóvenes entre 12 y 19 años reclutados y que practican cultos satánicos, orgías sexuales, de droga, roban y se matan entre ellos y con rivales.
Se trata de bandas con disciplina y normas para el mal. Cuando un joven ingresa a una “nación” jamás puede salir de ella, pero el jefe de la banda, que denominan “supremo”, puede apartarlo.
Las principales “naciones” que han operado en el país son Los King, De Cora, Sangre, óeta, Foritú, Amor y Paz, Amor de Mercado, Las Panteras, Los Talibán, Los Dorados y Unión y Fuerza. En el país las dos “naciones” más grandes son King y Amor de Mercado.
Los King tienen su origen en los Estados Unidos en los años 80’. Junto a la óeta es la más vieja, y son rivales extremos.
También, los King y La Sangre son enemigos a muerte por los primeros que mataron al creador de la otra, un rapero de los Estados Unidos, llamado 2pá. Entre estos grupos figuran: Sangre Latina, Mercadero, Amor al Menor, Amor y Paz, Latin King, Pantera Latina, Foritú (42), Los óetas, Amor al Viejo, Los Trinitarios, Amor Dorado, Unión y Fuerza, Decora, Amor de Hermanos, Utan Clan, Los 16, Los 18, Los 20 y El Punto, Banda de los Menores.
Los atracos y robos a manos de niños entre 12 y 17 años son alarmantes. Lo que antes resultaba extraño escuchar por los medios de comunicación es hoy el protagonista de los principales titulares; la delincuencia juvenil, una triste realidad que arropa el país.
Un perfil que trasluce una incapacidad emocional, de sentir amor, respeto, compasión por el prójimo, sus ojos irradian atrocidad, su mirada odio y deseo de aplastar, es lo que percibes al entrar en contacto con un joven declarado “ladrón” por necesidad.
Solo se identificó como El Lobo, 14 años de edad, argumenta ser un delincuente por necesidad; según explica sus padres viven en el campo y son de escasos recursos por lo que no lo pueden ayudarlo económicamente “vine a Santo Domingo hace dos años a estudiar, vivía con una tía y cuando se dio cuenta que estaba en malos pasos me votó de su casa” agregó. Una muestra clara de las consecuencias de la desintegración familiar.
Años atrás podría parecer increíble, pero hoy es parte de la cotidianidad. Niños y niñas en etapa de formación te despojan de lo que construiste en años, te golpean si es necesario y tan solo en un abrir y cerrar de ojos, aprietan el gatillo quitándote la vida, al parecer sin ningún cargo de conciencia.
La República Dominicana es escenario de atracos, robos, enfrentamientos entre bandas, donde impera la inseguridad y el desasosiego; la impotencia de no poder hacer nada te agobia y te lleva a la desesperación.
“Se vive una inseguridad desesperante, porque los asaltos en los puntos comerciales no cesan, te despiertas por la mañana y conoces de un atropello, y al otro día, sin acabar la pesadilla del día anterior, te encuentras con otro caso similar”, expresó Juan Carlos, víctima un atraco en un carro público por jóvenes de cuales pudo notar su minoría de edad.
Causas

Biológicamente la delincuencia no se hereda, pero ciertamente hay alguna inclinación física y biológica que favorece la disposición hacia la criminalidad combinado con otros elementos.
Psicológicamente los delincuentes presentan conflictos internos, en los cuales incluso se puede llegar a hablar de que padecen de esquizofrenia.
Sociológicamente también se puede dar esta actitud por la combinación de las anteriores con el ambiente en que se encuentra el delincuente, con desigualdades sociales, o por racismo, o por desintegración familiar, además de la estigmatización que se le hace a ciertos jóvenes por el simple hecho de ser de otras etnias”, por consumo de drogas y/o alcohol.
También la nefasta influencia de algunos programas de ciertos medios de comunicación o videojuegos que favorecen el crecimiento de la violencia.
Violencia

Dado que la violencia intrafamiliar es una experiencia de aislamiento brutal para los niños, resistirla y buscar ayuda puede también resultar ser un ejercicio solitario y difícil de concretar.
Sufrir cualquier tipo de maltrato involucra un uso indebido del poder y un abuso, por parte del agresor, a la confianza del niño; todo esto empuja al jovencito a buscar nuevas aguas, irse de la casa, acción que en la mayoría de las veces desencadena acoger vicios y actitudes ilícitas.
La familia
Como pilar de toda sociedad la familia tiene la responsabilidad de asignar elevada prioridad a las necesidades y el bienestar de los jóvenes, a fin de ayudarlos a su formación.


La educación
Es muy importante lograr que los jóvenes participen activa y eficazmente en el proceso educativo en lugar de ser estar expuestos a acciones ilícitas.
Es preciso desarrollar actividades que fomenten un sentimiento de identidad y pertenencia a la escuela.
Drogas
Caer en la garras de la drogas es la consecuencia más directa que sufre un joven en las calles, estos por su condición de juventud son los más vulnerables.
MEDIDAS DE PREVENCIÓN CONTRA LA PROBLEMÁTICA
Deberá prestarse especial atención a las políticas de prevención que favorezcan la socialización e integración eficaz de todos los niños y jóvenes, en particular por conducto de la familia, la comunidad, los grupos de jóvenes que se encuentran en condiciones similares, la escuela, la formación profesional y el medio laboral, así como mediante la acción de organizaciones voluntarias.
Esta parece ser la regla básica en materia de menores, a la que se debería dedicar mayores esfuerzos institucionales. La mejor manera de prevenirse contra la delincuencia juvenil es la de impedir que surjan delincuentes juveniles, para lo cual se requiere de adecuados programas de asistencia social, económica, educacional y laboral.

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